jueves, 21 de mayo de 2015

¿Estamos locos?

Marruecos y su capacidad para romper esquemas, su capacidad para olvidar los planes y dejarse llevar por las circunstancias...

En Abril, como ya sabéis, volamos a Tánger con todo el cargamento para repartir. Allí cogimos una furgoneta, estaba todo planeado; visitaríamos Chaouen, partiríamos rumbo a Fez para descansar y a la mañana siguiente seguir con nuestro camino a Merzouga. Pero Marruecos es así, vas con lo que tienes que hacer en la cabeza y al llegar allí lo planeado no tiene lugar.

Después de perdernos varias veces y acabar yendo por la costa a Chaouen, convirtiendo lo que sería un viaje de 2 horas en un viaje de 5 (eso sí, con vistas y parándonos cada poco ante la necesidad de contemplar esos rincones que te vas encontrando) por fin llegamos...





Como iba a ser una locura cenar e irnos a Fez decidimos quedarnos a dormir allí, estábamos cenando en una terracita preciosa con vistas a todo el pueblito azul cuando empezamos a hablar de a qué hora nos levantaríamos para llegar cuanto antes al desierto... y a alguno de nosotros se le ocurrió la brillante idea de preguntar "¿y si salimos ya? Así sin dormir", nos miramos y claro, ninguno se pudo negar.

Partimos sin dormir, mal durmiendo por turnos en el coche, con niebla, con música, con risas, con nervios, con ganas de pisar arena, con ganas de abrazar a nuestros niños... y así fue, en cuanto entramos en nuestro pueblito, los niños se tiraron a nosotros y se metieron en el coche, y entonces es cuando ves que lo de dormir y comer es de cobardes, y que merece la pena solo por eso..




Y los planes que teníamos para cada día se deshacen, te tiras las mañanas jugando con estos pequeños monstruitos que te dan todo su tiempo y que te van a buscar a primera hora de la mañana a tu ventana gritando essstreee! sandrilaaa! meriam..! y que te levantes con toda su energía. Te vas a Rissani al zoco a comprar "lo necesario" y acabas en tiendas tomando té, hablando, y te das cuenta de que te has tirado 5 horas allí, sin exagerar..

Y luego vuelves aquí... y te agobia que todo esté tan cuadriculado, tan planeado, que lo único que hace todo eso es que no te de tiempo realmente a disfrutar, a sentir, a no tener prisa y a dejarte llevar. Por eso cuando hacemos estos viajes, volvemos con una satisfacción plena, esa que no conseguimos aquí por todas las responsabilidades, el estrés... y eso engancha, y mucho.

Marruecos, calidad.




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