El dátil en el Magreb es todo un mundo. Un puñado de dátiles y un vaso de té ha sido durante mucho tiempo la manera de recibir al extranjero o invitado, para darle la bienvenida y quitar así el hambre y la sed. También dicen que el profeta cada mañana comía tres dátiles. En el Corán aparecen numerosas citas a este fruto, por ejemplo;
« Y hacemos caer del cielo agua bendita, y que por medio de ella crezcan jardines y el grano que cosechan, y altas palmeras con sus apretados racimos de dátiles, como sustento para los hombres; y con ella devolvemos la vida a una tierra muerta: así será la Resurrección » (50:10,11)
Se usa mucho gastronómicamente, nosotras los hemos comido en muchos tajines y platos de couscous, pero no hay nada como saborearlos solos. Aparecen en todas las fiestas y están en todos los zocos y medinas.
Vienen sobretodo del sur, se empiezan a recoger en octubre y en Erfoud celebran cada año la feria internacional del dátil. Se sacan a la calles los timbales y las panderetas, las bandejas de te y empiezan los bailes. Comienza la cosecha del alimento más preciado por los nómadas, y para ellos fuente de salud, de nutrientes y de espiritualidad.
"Los hijos te acabarán dejando, pero cuando plantas una palmera, esta se queda contigo", dicen los habitantes de Erfoud.
Es algo que igual no te atrae mucho, pero cuando vas a allí y los comes, te acaban encantando. A nosotras, personalmente, cuando mejor nos saben es cuando uno de los peques sube a una palmera con autentica destreza y nos baja un puñado.
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