Plasmando sentimientos..
El desierto supuso una vía de escape, vida, aunque
parezca que no haya, pero sí, si la hay, la hay mires por donde mires, existe
algo que no se puede explicar del todo, un clima, un ambiente, cargado de
sentimientos, de historias, que invita a dar rienda suelta a tu imaginación o
simplemente a tumbarte mientras observas la inmensidad.
Tocar esa arena tan característica con tus propias manos,
mirar al horizonte y perderte mientras intentas contar el número de dunas que
ves, empapándote de todo lo que te cuentan de la vida de los nómadas e
intentando hacerte una idea de esas familias viviendo en pleno desierto.
Para mí el desierto despierta tus sentidos, te los despierta
más que nunca, quieres observar, ver y guardar en tu memoria cada granito de
arena que ves, cada puesta de sol, cada sensación, porque sabes que es un
momento irrepetible.
Cada vez que voy y lo veo, allí, imponente, enseñándome lo
bella y mágica que puede llegar a ser la naturaleza, siempre me sigue
sorprendiendo, no importa cuántas veces vaya, no importa cuántas veces pise
esas dunas, siempre lo encuentro igual de impresionante, siempre siento lo
mismo en la tripa en cuanto lo empiezo a ver llegando al pueblito, es como si
de repente todo el desierto quisiese meterse dentro de ti y que pases a
mimetizarte con él, como si te llamase.
Es ese tipo de sitio al que necesitas volver una y otra vez
para perderte y encontrarte, para no pensar en nada mas, para sentir el calor
de todo el día en su arena, para sentirte en cierta manera protegida y arropada
por él, para respetarlo, para agradecer también en sus horas de sol el pequeño
oasis que tienes al lado, esa pequeña tregua que parece darte… Para dormir
mirando un cielo que pensabas que solo existía en las películas, para sentir el
frío de las noches en él, y que no importa ya que sabes que en unas horas
estarás viendo uno de los mejores amaneceres de tu vida…
El desierto es magia, es misterio, es volver a un punto más “animal”
y menos humano que todos tenemos y creerte parte de él, un encuentro con la
naturaleza, en el que empiezas a llenarte de todo lo que sientes, una sensación
más que gratificante en el momento en el que te das cuenta de que no necesitas
nada más que eso.
“He cruzado muchas veces estas arenas. Pero el desierto es
tan grande y los horizontes tan lejanos
que hacen que uno se sienta pequeño y
permanezca en silencio”
Fotografía: Marina Ruiz
que hacen que uno se sienta pequeño y
permanezca en silencio”
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